domingo, 4 de abril de 2010

jaque

A veces me enfermo y la luna me cuenta un cuento
a veces me caigo y ni el piso se entera.

tuve piernas, ruedas, las alas amarillas de mi madre
tuve trabas, cierres, me amputaron los insultos a tirones.

me abrazaron los deseos mariposa, sin nombres, detalles ni tiempo de rubores
me quemó un amor de nueve vidas, todas de corrido, todas de la mano.

comí colores distintos con agua de la fuente misma mientras plumas y sonidos se mareaban de sonrisas destellantes
lilas
suaves a la vista del que duerme en mañanas de canela
con las razas perfectas y los ojos secos de brillo

vomité vacíos repetidamente perpetuos
desde rincones con esquinas puntiagudas de heridas siempre recientes
con el sólo aroma de la espera en una línea

fui buda
fui bares

hice los ríos y esas piedras que no había antes de dos
hice agujeros
aquel caos que acabó con los suspiros

soy lo claro y lo confuso en una sopa que una vieja sin pezones se toma de a tragos lentos revolviendo mi cabeza que ya no puede de rulos ni viento y le escribe a un fantasma de leyenda que la encuentre en el bosque que no conoce
para ver su cara en el libro
y que alguien lea su mierda
coma sus verduras
rece sus mentiras
prenda la luz de noche

porque tuve esa infancia de foto de gaseosa y ardieron las manos marcando mi frente
quise a mi oso y las latas de galleta
y estuve en lo hondo
y era un sol sin gas

pero esa vieja me engaña y me están pariendo y soy ella de nuevo
con la sopa mareada
los pezones ausentes
las ideas perturbadas
buscando esa forma de decir mi nombre, de escribir infancia o mirar el hoy
de ordenar el cubo
poner la mesa
encontrar el punto donde giré hacia ese otro lado

soy el hielo de este vaso puro
la llama de este pucho ennegrecido
soy el juego donde el tiempo no se rinde
y las piernas se incrustaron a este trompo.

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